jueves, 18 de noviembre de 2010

Cita

De Sándor Marái; Divorcio en Buda

*************************

...todavía me duraba la herencia de mi tío perturbado; había muerto al final de la guerra, cuando mi madre todavía vivía. Entonces fui a verla y le rogué que se viniera a vivir conmigo. Pero ella se negó. Quise comprarle una casa en el pueblo, amueblarla para ella... pero no aceptó nada. Se comportaba con antipatía, casi con brutalidad. Quería que la dejara en paz, no tenía intención de cambiar de vida. Ni siquiera aceptó el dinero que le ofrecí. Tardé mucho tiempo en comprender su comportamiento. Al principio creía que pretendía protegerme a mí, que no deseaba privarme del dinero que necesitaba para mi vida de señor..., pero me equivocaba. También llegué a pensar que odiaba el dinero de su hermano, mas no era así; recogió con avidez las pertenencias del tío, sus trapos viejos, sus sartenes desconchadas, con esa avidez que sólo muestran los más pobres, que se alegran con cualquier cosa y se aferran a cualquier objeto, sea útil o inútil. No quería dejar el pueblo, no quería tener una casa, no quería una vida cómoda y despreocupada, no quería cambiar en nada su condición. Quería seguir sirviendo. Estaba atada al destino de miseria que había regido su vida. ¿Por qué? ¿Por terquedad? ¿Por desesperación? Tenía una especie de cautela campesina que no la dejaba confiar en nada ni en nadie; no creía que pudiera existir una vida distinta a la que ella conocía por propia experiencia... Yo entonces no lo sabía y no podía comprenderlo.-

Por un momento, el médico se calla y vuelve a caminar arriba y abajo por la habitación.



-Mucho más adelante, cuando yo ya sólo era médico porque lo ponía en mis papeles pero en mi fuero íntimo había dejado de identificarme con mi profesión, cuando me limitaba a mirar y escuchar a los pacientes y a recetarles lo que me pedían para aliviar sus estreñimientos o sus dolores aún sabiendo que no tenía medios para acercarme a la verdadera causa de su enfermedad..., a lo intocable de su alma, allí donde están solos con su destino, en esa habitación oscura donde nadie tiene acceso..., entonces fue cuando comprendí que las cosas eran así, y también comprendí la resistencia de mi madre. Pero, para entonces, mi madre ya no vivía.

Los humanos nos aferramos a la ley que determina nuestra suerte. Mi madre no se atrevió a salir del callejón sin salida donde la vida la había colocado. La vida le había enseñado que sólo se puede confiar en el sufrimiento, en la renuncia; en la pobreza... Ella creía en eso como otros creen en su condición de nobles o de oficiales. Tuve que abandonarla, dejarla a solas con su destino. Tarde o temprano nos vemos obligados a abandonar a todo el mundo a su suerte. Entonces yo aún no lo sabía... [...] Tal vez tú no sepas todavía que... Quizá tú nunca llegues a saber que no es posible ayudar a nadie. No hay cosa más difícil en este mundo que ayudar a alguien. Ves únicamente que una persona que quieres o que es importante para ti se dirige a un precipicio, que actúa en contra de sus intereses, que se vuelve loca o triste, que se atormenta, que no puede más, que está a punto de caerse..., y tú corres hacia ella, te gustaría ayudarla y de golpe te das cuenta de que no es posible. ¿Acaso eres débil? ¿No sirves para ello? ¿No eres lo bastante bueno, lo bastante sincero, lo bastante abnegado, apasionado y humilde? Claro, nunca somos lo bastante... Pero aunque fueras un profeta con poderes sobrenaturales y hablaras el idioma de los apóstoles tampoco bastaría... No se puede ayudar a nadie porque el "interés" de los hombres no es lo mismo que lo que es bueno o es lógico. Quizá necesitemos el dolor. Quizá necesitemos aquello que, según todos los síntomas, es contrario a nuestros intereses. No existe nada más complicado que determinar los intereses de un ser humano...-

El médico vuelve a pasear arriba y abajo por la habitación.


**********************************************

Lo peor de Sándor es que es jodidamente derrotista - que no pesimista, porque el pesimismo es una deformación de la realidad según un punto de vista, y este tío, lejos de deformar la realidad, no hace más que constatar verdades como puñetazos, aunque su punto de vista pudiera someterse perfectamente a debate (que yo, en lo que a este texto se refiere, tendría un par de cosas que decirle).

Lo mejor, la belleza de su prosa y de sus libros en general.
Le adoro.

PD: Esto es un escritor y esto es literatura, no la cantidad de mierda que se lee generalizadamente a día de hoy...

9 comentarios:

  1. ya sé que sonaré repetitivo pero... ¿qué me dices del estilo que usa Huxley en algunas partes de La Isla? Especialmente cuando se introduce en el pasado trágico del protagonista.

    Pd: lee Martin Eden.

    pd2: lo que para ti no es una deformación de la realidad puede serlo para otros, tonto del culardel.

    ResponderEliminar
  2. Qué me dices de Aristóteles, según el cual todas las acciones del ser humano están orientadas hacia un mismo fin, un fin en sí mismo: la felicidad.

    Quizás lo que en ese texto es llamado "lógica" apele únicamente a un concepto inventado por el hombre, a saber, la razón. Pero, ¿no cabe la posibildiad de que las emociones se ajusten a un tipo de racionalidad distinta, una racionalidad que vista desde el punto de vista del concepto comúnmente usado de razón deje lugar a la contradicción? De modo que ese tipo de sin sentidos que somos incapaces de comprender bajo un concepto habitual de razón son bajo el punto de vista de una lógica emocional absolutamente coherentes. El problema es el solipsisimo, la incapacidad de experimentar las cosas que experimenta esa otra persona, y con ello la incapacidad de comprender lo que hace o deja de hacer. De ahí que sólo veamos irracionalidad, absurdo, incoherencia en sus acciones... pero en el fondo, una vez sentido, todo tiene un sentido absoluto.

    Si te soy sincero, el texto, bajo mi punto de vista, si deforma la realidad.

    ResponderEliminar
  3. pues no recuerdo exactamente el libro de la isla, pero vamos, tampoco tengo ningún recuerdo de que la técnica de Huxley me dijese nada en paritcular, correcto, sin resultarme especial, supongo (ya digo que no lo recuerdo, pero por eso mismo, imagino que no me marcó).

    Hombre, claro que deforma la realidad, es una jodida novela, una ficción, una irrealidad en sí misma. El caso es que Sándor es un tipo muy muy gris cuando quiere en sus exposiciones, muy derrotista, como decía, pero sin embargo, cuando he leído cosas autobiográficas suyas, como el libro de ¡Tierra, tierra! no le he visto nunca, a él mismo, como una persona pesimista o triste. Sólo un tipo asombrado que trata de comprender las "miserias" del ser humano, sin juzgarlas. A eso me refería.

    ResponderEliminar
  4. coño, está claro que, en el texo, se refiere a una lógica racional. Por lo demás, el resto es tal como dices, emociones, sentimientos, impuslos, incluso me atrevería a decir dependencias... poniéndome en un caso extremo: el drogadicto que quiere dejar la heroína pero cada pico que se mete es el penúltimo... ayudar a ese tipo de gente es extremadamente difícil, y de hecho, al final es tal como dice Sándor, es imposible ayudar a nadie si esa persona no quiere (o no es capaz) de "ayudarse a sí misma", que suena así muy grandilocuente y muy pedante e incluso estúpido y genérico, pero es la pura realidad.

    ResponderEliminar
  5. eso último ya lo discutí en filosofía de la acción y concluí, sin más, que eso de no querer ayudarse a sí mismo es sólo convención social.

    ResponderEliminar
  6. por cierto: que sí, perillán, que anotado ha quedado Martin Eden en mi cuaderno de "libros que tengo que leer", y, si lo encuentro en la biblioteque, me lo leeré ahora en diciembre cuando acabe "Los versos Satánicos" de Salman Rushdie (que me está pareciendo una jodida obra maestra). Aunque luego tenía pensado leerme el de "Bajo las ruedas" de Herman Hesse, y también tengo en cola de producción la saga de Dune, pero esos, como son muchos (6), a lo mejor los dejo para un verano o algo así. En cualquier caso, no se preocupe usté, que una vez que un libro entra en mi "cuaderno mágico de listas de futuras lecturas" acaba siendo leído, sí o yes.

    ResponderEliminar
  7. y te envidiaré y todo, yo no soy capaz de complementar la literatura con la filosofía...

    ResponderEliminar
  8. pues claro que me envidiarás: todo el mundo anhela tener mi precioso cutis.


    na, lo cierto es que es bastante más fácil leer cuando no estás todo el día inmerso en asignaturas como las tuyas, que al llegar a casa lo último que te debe apetecer es leer a Nietzsche por diletancia. En mi caso es totalmente distinto: todo lo que quiera "filosofar" o aprender de literatura lo tengo que buscar, por "hobby" en los libros. Además piensa que servidor quiere ser escritor el día de mañana. leo y leo y leo y leo por el aquél del aprender y del encontrarme a mí mismo y mi propio estilo. O algo así, supongo.

    ResponderEliminar
  9. yo también quiero ser escritor :(. En cualquier caso cuando tengo tiempo para leer lo aprovecho. Y aunque es cierto que lo que menos le apetece a uno es leer tras haber etsado leyendo 3 horas a un gilipollas rebuscado, también es muy cierto que una vez has leido filosofía la literatura es un caminito de rosas en el que todo se comprende sin mayores problemas. Da un gustazo pasar página tras página sin la necesidad de tener que vovler atrás o de pararte a comrpender un cocnepto de mierda...

    ResponderEliminar